La traducción teatral

Pese a que pueda parecerlo, la traducción teatral y la traducción literaria no son lo mismo. Soy uno de esos traductores a los que, desde el comienzo, le interesó la traducción de obras literarias y he colaborado en alguna que otra ocasión en la traducción de obras teatrales del inglés al español.

Aparte de conservar el significado del texto original, la traducción literaria tiene como propósito mantener el estilo, el ritmo, la voz y la forma del autor. Por este motivo, es esencial que el traductor sea conocedor y domine un rosario de estrategias para enfrentarse a los enormes desafíos que va a encontrar en los textos literarios.

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La traducción teatral se sitúa entre las que demandan más dedicación, precisión, perseverancia y paciencia al traductor. Traducir obras teatrales es una labor compleja que precisa un elevado nivel de creatividad así como muy buenas habilidades de escritura por parte del traductor.

Las dificultades específicas que supone la traducción teatral y la falta de recursos teóricos y prácticos sobre este ámbito son aspectos que confluyen sobre la traducción de las obras de teatro. 

Emprender la traducción de una obra de teatro va considerablemente más allá de la traducción de un texto escrito, pues la dimensión que existe fuera del texto comprende elementos culturales y aspectos de la puesta en escena y de la interpretación.

La traducción teatral no es simplemente transformar un texto de un idioma a otro, sino más bien la traducción entre culturas, entre diferentes medios, estilos, públicos, periodos, géneros o bien conjuntos de acción.

De esta forma el traductor se encara a una multitud casi infinita de posibilidades y sus decisiones se ven esencialmente condicionadas por las circunstancias y por el fin que de entrada establece la traducción.

Cuando se realiza la traducción de una obra de teatro, el traductor “habita” dentro de la obra. La traducción de obras teatrales nos ofrece un recorrido por el mundo que se muestra ante nosotros, es oler las fragancias, observar las imágenes, ver, ser parte de la escenografía, y sentir igual que los personajes. 

El traductor se debe identificar con la obra, todos sus sentidos están presentes, tiene la obligatoriedad de crear de nuevo la obra y de interactuar con ella: llorar con la tristeza, reír con el humor, escuchar con sus propios oídos los que cuentan los personajes, sentir el ritmo y el tono.

traducción obra teatro

Cómo definir la traducción teatral.


Se podría pensar que traducir, normalmente, es tener conciencia del sistema que rige a los dos idiomas involucrados, aparte de la estructura del texto que se debe traducir.

La traducción es un texto que aún conserva vestigios de una escritura precedente, la del autor del original, pero eliminada de manera expresa para dar lugar a la que actualmente existe, la del traductor.

Existe una frase recurrente que dice: “hay tantas lecturas como lectores”. Entonces resultará obvio afirmar que de un texto hay tantas posibles traducciones como traductores, ¿no?. Y cada traductor se encara de forma diferente a los inconvenientes que propone el trasferir un texto de una cultura a otra, y adopta soluciones conformes con factores como la función, el contexto, género, contenido y estilo.

Podríamos equiparar la traducción teatral con un enorme laberinto. El pobre traductor que está perdido en él, piensa continuamente que ya ha logrado encontrar el camino correcto para alcanzar la salida, y justo en el instante en el que está a puntito de salir, se percata de que sigue perdido. Un sinfín de vacilaciones a las que el traductor debe hallar las respuestas, que al mismo tiempo, le crearán otras indecisiones, hasta el momento en que finalice la traducción.

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Entre los elementos esenciales en el momento de traducir una obra de teatro se encuentra el saber de qué forma suenan las palabras, de qué manera suena el texto a un hablante del idioma de destino, la carga de que dispongan ciertas palabras y los sentimientos que consigan evocar.

Cuando se traduce teatro, los diálogos y la voz de los protagonistas están vivos en el alma del traductor. Para poder traducir de forma eficaz, hay que poner cada oración en una situación creíble, imaginándosela en un hablante nativo del idioma al que se está traduciendo. Es la única forma de poder percibir de qué forma suena una oración, de lograr saber sus connotaciones.

Por lo tanto, si deseamos nuevamente explicar la traducción teatral, la podríamos equiparar con una balanza. En un platillo ponemos la oración y la imagen del texto original; y en el otro platillo los contrapesos que tenemos disponibles en la cultura lingüística del idioma de destino.

Para despedirme, te dejo un interesante vídeo de Alejandro Lapeña titulado "Todo lo usted nunca se preguntó sobre la traducción teatral", del canal de Youtube de Gabriel Cabrera.

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